domingo, 16 de diciembre de 2007

EL RÍO ROJO

Era una niña,
y no repararon en mí,
cuando todo empezó
me fui asustada a la otra orilla,
junto al granado,
desde allí vi cómo hombres disfrazados
rompían los tambores, las flautas
y los violines sobre sus rodillas,
uno de ellos reía tan salvajemente,
que comencé a sangrar del oído izquierdo,
luego, una vez destruidos todos los instrumentos,
comenzaron con las partituras y los músicos.

En un momento debí de perder el conocimiento,
mi sangre tiñó el río del color del granado.
Más tarde cuando desperté,
toda la ciudad había sido reducida al silencio,
y yo me había convertido
en el río rojo que había visto morir a la música.

____________
Julia Otxoa (San Sebastián, 1953)







Poema y manuscrito aparecidos

en el nº 3 de la revista 13trenes

3 comentarios:

Dsole dijo...

Uf
Qué chungo, no?

Es bastante terrible.

A ver cuando nos enseñas alguna de tus poesías... ;)

Por cierto, viste la foto de los 13trenes que publiqué en el blog? Cuando puedas échale un vistazo, a mí me gusta un montón.. y sí, ya sé que tengo que mandártelas.
Un beso

Sandra Rubio dijo...

triste y bello a un mismo tiempo, mezclados en una misma cadencia, sinceramente delicioso.

Víktor Gómez Valentinos dijo...

Tienes una especial sensibilidad para acertar en los poemas y citarles en la puerta del mediodía,
para que sean del lector
pronto una partitura viva,
un canto rodado que rueda
por las calles vacías
haciendo su propia defensa
del valor de las heridas y el dolor de las treguas.

Javier, ¡tienes ala y tinta!, un felino instinto que salva el verso del olvido y la memoria de si misma.

Este poema de Julia, que encierra los secretos de la armonía y el pavor de la violencia, que se derrama en inocencia y dolor, en viva robada y perdida, suma a tu caterva de hallazgos y talismanes una insustituible gema. Hecha de luz desconchada en la tristeza de una diáfana jornada de guerra, jornada que hubiesemos preferido ciega, brumosa, imposible de perpetrar...
más aunque a veces la historia nos engaña, no así la poesía. Porque el sentimiento siempre esta en otra orilla del bien o del mal, de lo falso o cierto. Y la intuición del verso, y la rabia del poema, son siempre la huella que deja en los que perdieron la ignominia, el deshonor, la bravura, el dolor, la derrota, el olvido, la música.


Feliz Año Nuevo,

Tu Viktor